Nutrición Emocional

reflexiones
La gente siempre vincula la nutrición con la comida, el peso y la forma del cuerpo. Pero la nutrición es mucho más que eso.
 
Nutrir nuestra mente también es indispensable para favorecer la nutrición de nuestro cuerpo. Y el mejor alimento de nuestra mente es el pensamiento positivo, ya que esté, otorga energía al cuerpo, que se convierte en una emoción, y esta emoción terminará convirtiéndose en nuestra acción. Nuestra acción de comer, nuestra acción de hacer un poco de ejercicio, la acción de hacer una agua fresca en lugar de beber refresco, etc…
 
Muchos de los pacientes acuden con un nutriólogo pensado sólo en lo que deben de comer, haciendo el blanco de atenciones al alimento y no a las emociones que conllevan a comer.Y es por eso que muchas dietas fracasan o bien que sus resultados son temporales.
 
Es importante que tu tratamiento nutricional no sólo se enfoque a bajarte de peso, subir de peso o alimentar bien tu cuerpo sino que considere el hecho de sanar la relación que llevas con los alimentos para que reactive el placer de comer con conciencia y con sentido.
 
Para valorar que tanto necesitas trabajar en nutrir tus emociones solo debes cuestionarte algunos puntos…
 
¿Alguna vez ha comido en menos de 15 minutos?,
¿Te cuesta trabajar recordar lo que comiste un día anterior?
que momento me lo terminar?
¿Alguna vez? vez haz sentido culpa después de comer algo ?,
¿Haz comido por tristeza o para levantarte el ánimo ?
¿Haz experimentado miedo a consumir algunos alimentos, porque “engordan”?
 
  
 
  
 
  
 
  
 
  
 
 Haber contestado a algunas de estas preguntas con un sí, son signo de que necesitas trabajar en la nutrición emocional. Cuando nos enfocamos en sanar la relación que uno tiene con los alimentos, trabajamos en quitar los miedos a la comida. Dejar de clasificar los alimentos como buenos o malos, aprender a conectar los sentidos al momento de comer, dejar de ver la comida como una escapatoria o forma de taparnos la boca cuando no queremos decir algo, dejar de llenar mis vacíos con emociones alimento, cambiar el pensamiento entorno a la imagen corporal que proyecta nuestro cuerpo, quitarle peso al peso corporal y aprender que los resultados nutricionales se miden más en aprendizajes y cambios de conductas y pensamientos, que en kilos perdidos.
 
  
 
 Cuando cambiamos en el enfoque con el cual nos alimentamos y la forma de llevarnos con los alimentos, los kilos de grasa y las enfermedades comienzan a desaparecer. Porque poco a poco nosotros mismos nos los vamos quitando de encima. Pues en muchos de los casos, los kilos de más son una armadura que nosotros mismos nos hemos puesto para no permitir que nuestras emociones fluyan, no dejarlas salir o no dejarlas entrar es la “misión que le hemos puesto a esa grasa corporal nosotros mismos. Vamos a pensarlo de otra manera para los que quieren ciencia y les gusta hablar de ciencia; las emociones son energía que nos impulsa a una acción. La energía no se destruye, se transforma. Si una emoción no fluye entonces, esta energía se queda atorada en nuestro cuerpo y si nuestro cuerpo no usa la energía entonces él la reserva. Y la vía más común de reserva de nuestro cuerpo es grasa. Así es entonces, como nuestras emociones no expresadas o no canalizadas se vuelven es “escudo protector” formando de grasa corporal que rodea nuestro cuerpo.  
 
 Cuando nos enfocamos a perder el miedo a sentir, y nos permitirnos sentir; se comienza a debilitar ese escudo de grasa corporal. Sentir es permitirnos escuchar a nuestro cuerpo, es dejarlo hablar, es libéralo de ataduras y permitirle que aflore de él su perfección natural. Para que esto pase necesitamos darle tiempo de hablar, invitarlo a expresarse: pregúntale; es decir pregúntate a ti mismo; ¿Cómo te sientes ?, ¿Quieres hacerlo ?, ¿te gusta? ... Son buenas preguntas para despertar la conversación entre uno mismo y su cuerpo.
 
 Muchas de las veces confundimos nuestras emociones con hambre. Pues sí, el hambre y las emociones se siente generalmente en este estomago o muy cerca de él. Es por eso que siempre que vamos a comer debemos detenernos a preguntarle a nuestro cuerpo, y esperar que nos dé mensajes de hambre. O bien aprender sus ciclos regulares de apetito y saber que si un día me da hambre fuera de ellos es posible que sea antojo emocional. Aprender a diferenciar el hambre del antojo es simple. El hambre verdadera no condiciona. No le importa si la comida es zanahoria, frijoles o salmón; lo que el cuerpo necesita es alimento. El antojo condiciona. Pide y acepta sólo lo que quiere; pues lo que el cuerpo necesita en este momento es una emoción o sensación que cubra otra emoción.
 
  
 
 Diferenciar el hambre del antojo es fundamental pero una vez identificado es también muy importante que no olvidemos que NUNCA habrá calorías que llenen de calor a un corazón solo o roto. El hueco que puede uno sentir a nivel emocionar no puede ser llenado con comida. Por lo tanto no terminaras de llenarlo nunca con alimentos y he aquí una forma de comenzar a tener problemas con el peso y los excesos de comida. Los alimentos tienen la función de nutrir, sanar y proveer de energía a nuestro cuerpo. Y al comerlos pueden hacernos experimentar emociones placenteras. Pero si centramos su función en el placer y no en el nutrir, sanar y energizar. Entonces estamos poniendo en riesgo la salud de nuestro cuerpo.
 
  
 
 Gozar del alimento, experimentar emociones y sentimientos al comer es importante para aprender a reconocer la saciedad y encontrar el punto de bienestar al comer. Y para ello comer debe ser un acto sumamente sensorial. Debemos despertar y activar todos nuestros sentidos; ver el alimento, sentirlo, olerlo, escuchar el ruido al tocarlo, masticarlo y deglutirlo, así como saborearlo. Son sensaciones necesarias para hacer de este acto vital, un acto que nutre no sólo nuestro cuerpo si no nuestra mente y vida de experiencias. Comer un platillo con todos los sentidos, tiene sentido y puede volverse toda una experiencia en su vida.
 
 Un pensamiento que inunda la mente de muchos quienes padecen problemas con el peso y la grasa; es la frase “estoy gord @”, variada con: “soy fe @”, “A mí toco me engord @”, “Yo ya soy así”, “no puedo bajar de peso”… etc. Y claro que ninguna de estas afirmaciones nutre la mente de quien habita en ese cuerpo. Porque esos pensamientos en el lugar de inyectar energía positiva al cuerpo, lo desgastan y atan una situación poco favorecedora para cambiar y mejorar. Aquel que quiere sembrar buenos frutos, debe cerciorarse en sembrar en tierra fértil (la mente) y regar la siembra con buenos pensamientos llenos de decretos de fe, abundancia y amor.
 
 Hablar de emociones y no hablar de amor es dejar a un lado la más poderosa emoción que existe. No por nada, el amor ha sido elegido como el don más importante que puede tener un ser. Pues cuando se ama se construye, se le dedica tiempo, se cuida, se entrega y definitivamente se logra todo. Por eso es que uno de los nutrimentos básicos para la nutrición emocional es el amor. Amar a nuestro cuerpo y nuestro ser nos dará la fortaleza de crear y hacer sólo lo mejor para él. Y para mí no hay mejor cita que defina el amor que una bíblica que dice… el amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso, vanidoso, ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no de deleita con la maldad y se regocija con la verdad. Todo lo cree, todo lo soporta, todo lo espera (corintios 13).
 
    
 
 Basando nuestra definición de amor en la cita anterior, entonces si amas a tu cuerpo deberá… * ser paciente con sus cambios, lentos y naturales. * ser bondadoso; háblale bien, trátalo con amabilidad y dale sólo lo mejor. * No envidiar. No bases tus metas en lograr tener lo que tienen otros, enfócate a tener lo mejor para ti. * interiorizar en él: valora lo interior y no creas expectativas sólo por lo que ves. * ser amable; no le exijas ni lo sometas a alteraciones rudas. * ser solidario; haz sólo lo que puede ayudarte a ser mejor de forma integral.  TODOS LOS CAMBIOS HECHOS DESDE EL AMOR SON EFECTIVOS, EFICACES Y EFICIENTES. Tu cuerpo es mucho más de lo que viene, es lo que siente, es lo que piensa, es lo que vive. No sólo te enfoques en nutrir el cuerpo, nutre tu vida, tu alma y tu mente. Para que así, el fruto de la nutrición no sólo sea un cuerpo delgado, sino un estado de bienestar integral.
 
  
 
  
 
  
 
  
 
  
 
  
 
  
 
  
 
 

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